Y la Atareada dijo que iba a hacer mermelada.
Y yo le dije que no estábamos en temporada de fresas.
Y dijo que iba a hacer mermelada.
Se atareó en la cocina prometiendo que haría mermelada rica y sin azúcar. Y como a la Atareada le gusta que la adulen le prometí que disfrutaría con ella. Con la mermelada. Con la Atareada.
(Me susurra que cuando quieras te enseña a hacer mermelada sin azúcar)
Atareada entre puntadas y ensaladas
jueves, 27 de septiembre de 2018
domingo, 25 de junio de 2017
Yogur de limón.
La Atareada está enfadada conmigo. No le gustó nada que cuestionara la existencia de leche condensada en la Edad Media... Y como protesta silenciosa estudió toda clase de recetas en las que el principal ingrediente fuera la leche condensada. Se atareó en helados, en bizcochos, en gelatinas... Se la veía tan orgullosa cocinando su dulce venganza...
- Atareada... - llamé.
- Dime.
- Sé lo que estás haciendo.
- Claro que lo sabes. Es muy obvio. Estoy haciéndote feliz -me contestó inocentemente- Hoy te he hecho feliz de yogur de limón.
- Atareada... - llamé.
- Sé lo que estás haciendo.
- Claro que lo sabes. Es muy obvio. Estoy haciéndote feliz -me contestó inocentemente- Hoy te he hecho feliz de yogur de limón.
jueves, 11 de agosto de 2016
Isabel
La Atareada llega radiante de la biblioteca. Trae un cuaderno lleno de notas y se mete directamente en la cocina.
-¿Qué vas a hacer, Atareada, que has necesitado ayuda de la biblioteca? - esto le va a molestar, me arrepiento de haberlo preguntado... A la Atareada no le gusta pedir ayuda...
- Déjame trabajar, por favor, esto va a ser complicado... Y además, estoy muy atareada... - ya sabemos que a la Atareada le gusta hacerse la interesante..
-Tranquila, Atareada, ya te dejo...
Y pone cara de atarearse, y yo le dejo hacerlo.
Unos ratos más tarde, sale con su creación:
- Galletas de leche condensada, con receta del Manual de mugeres en el cual se contienen muchas y diuersas reçetas, anónimo del siglo XVI. Es decir, que estas galletas son las mismas que comía Isabel la Católica.
- Muy ricas, Atareada- contesto. ¿Leche condensada en el siglo XVI?, callo.
-¿Qué vas a hacer, Atareada, que has necesitado ayuda de la biblioteca? - esto le va a molestar, me arrepiento de haberlo preguntado... A la Atareada no le gusta pedir ayuda...
- Déjame trabajar, por favor, esto va a ser complicado... Y además, estoy muy atareada... - ya sabemos que a la Atareada le gusta hacerse la interesante..
-Tranquila, Atareada, ya te dejo...
Y pone cara de atarearse, y yo le dejo hacerlo.
Unos ratos más tarde, sale con su creación:
- Galletas de leche condensada, con receta del Manual de mugeres en el cual se contienen muchas y diuersas reçetas, anónimo del siglo XVI. Es decir, que estas galletas son las mismas que comía Isabel la Católica.
- Muy ricas, Atareada- contesto. ¿Leche condensada en el siglo XVI?, callo.
martes, 2 de agosto de 2016
A contracorriente.
Veo a la Atareada que se mueve de un lado a otro atareando algo. Pero me desconcierta. Coge un diccionario, busca algo, lo deja en su sitio... Coge sus telas, recorta algo, las deja en su sitio...
-¿Qué haces, Atareada? - pregunto sin mucha esperanza. Ya sabemos que a la Atareada le gusta hacerse la interesante...
-¿Tú sabes qué significa a contracorriente?
- Sí
- Pues eso hago.
-¿Qué haces, Atareada? - pregunto sin mucha esperanza. Ya sabemos que a la Atareada le gusta hacerse la interesante...
-¿Tú sabes qué significa a contracorriente?
- Sí
- Pues eso hago.
- No te entiendo. Ayúdame un poco.
- De acuerdo, Atareada... te dejo trabajar...
Y, aunque sea a contracorriente, sé que me obsequiará con una sonrisa atareada y tarareada.
(Me susurra la Atareada que si quieres, te chiva qué significa a contracorriente)
sábado, 31 de octubre de 2015
Frío
Toca la lluvia en los
cristales, arrecia el frío, y junto a la mejilla de un fuego vivo comienza el
joven a escribir: “El cocinero del mar”…, en un cuaderno aún como el mar ancho
y vacío. Es en Escocia y el mes de septiembre de 1881….
-¿Qué lees, Atareada? – está tan sumida en la lectura que ha
olvidado sus ovillos tirados en el sofá.
- Cuentos de piratas – contesta sin levantar los ojos del
libro – Quiero aprender a ser pirata, y este libro es útil, porque es
autobiográfico. Pero solo voy por el prólogo, acabo de empezar… lo escribió
Eliseo Diego ¿sabes?
- ¿Eliseo Diego era pirata? – pregunto para pillar a la
Atareada
Me mira y sonríe. Vuelve al libro - Eliseo Diego solo
escribió el prólogo…-
Al cabo de un rato deja el libro, suspira y retoma los ovillos.
-
No. No voy a ser pirata. Estoy muy atareada. – y
comienza a mover sus dedos rápidamente, deslizando la aguja de ganchillo entre
las hebras de algodón fucsia. Ganchillosamente, los ovillos se convierten en un
gorro y una bufanda.
-
Pero Atareada ¿y este gorro? ¿y esta bufanda?
-
Es que toca
la lluvia en los cristales, arrecia el frío…
domingo, 25 de octubre de 2015
Chocolate
- Hoy
tengo invitados a comer – dice la Atareada
Hoy vienen sus padres a comer a su casa, pero “tengo
invitados” suena más interesante, y a la Atareada le gusta hacerse la
interesante…
- ¿Sí? Y ¿Qué vas a cocinar? Seguro que
harás algo especial – Ya os he dicho que a la Atareada le gusta que la adulen…
Se sonroja. Me dice con falsa humildad “cualquier cosilla”… y se
va a la cocina.
- Mira qué postre: mousse de chocolate en
copas bonitas. El chocolate hace que la gente se sienta bien. Despierta
sensaciones de euforia y bienestar. Está rico. Levanta el ánimo. Me gustan las
cosas bonitas y que la gente se sienta bien. Este postre lo tiene todo.
Mira su creación y sonríe. Yo la miro y sonrío.
(Me susurra que cuando quiera me chiva la receta. Y que me dice
dónde ha comprado las copas bonitas)
domingo, 4 de octubre de 2015
Cactus
- ¿Sabes qué he estado haciendo hoy?
- Algo bonito, seguro.- a la Atareada le gusta que
la adulen.
- He estado plantando cactus. Pero no unos cactus
cualesquiera… son especiales. Son
esquejes de cactus que pertenecieron a mi abuela, no sé de dónde los sacaría ella… ¿imaginas
qué historia pueden tener? … - la Atareada entrecierra los ojos y hace como que
fantasea…- Tal vez tengan más de cien
años… tal vez mi abuelo le trajo un
brote de Cactus Misterioso de donde estuvo durante la guerra… tal vez ella arrancara un trozo del jardín de
la casa del poeta en la que trabajó… tal vez compró alguno de ellos en un
mercado callejero de Nîmes… El caso es que los tenía en su casa, en el patio. Fueron
creciendo y la familia cogió pequeñas crías de cactus y fue plantándolas en sus
casas. Estos cactus están repartidos por las casas de todos mis tíos. Y para
seguir la tradición familiar ayer recibí
mis esquejes y esta mañana los he estado plantando…
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